El 28 de abril es el Día Internacional de la Seguridad y Salud en el Trabajo. La salud laboral se basa en la premisa de que todas las enfermedades profesionales y accidentes laborales son evitables. La realidad del día a día de la clase obrera es mucho peor.
Según la estadística de accidentes de trabajo en el avance enero-diciembre de 2023, del Ministerio de Trabajo y Economía Social, se registraron 721 accidentes mortales, que suponen unos dos fallecimientos cada día. De ellos, 581 fueron en jornada de trabajo y 140 in itinere. Además, se registraron 624.911 accidentes, de los cuales 3.759 fueron graves, lo que representa más de 10 accidentes graves cada día. Los sectores de actividad económica con mayores índices de incidencia de accidentes mortales en jornada de trabajo siguen siendo el agrario y la construcción. Entre las diferentes causas del fallecimiento del o la trabajadora destacan golpe sobre o contra resultado de una caída, quedar atrapado, ser aplastado, sufrir una amputación y accidentes de tráfico. Las desviaciones asociadas a fallecimientos o accidentes graves son la caída desde una altura; la pérdida de control de equipos de trabajo o materiales; y caída, derrumbamiento o deslizamiento de un agente material (que cae o se vuelca sobre el trabajador o trabajadora).
Conforme al avance anuario de Estadísticas de enfermedades profesionales del 2022 del mismo Ministerio, sigue aumentando el número de enfermedades profesionales, considerando el subregistro de las mismas. El incremento en porcentaje relativo al año anterior asciende al 9,9 %. En ese contexto, las mutuas desvían los casos a la medicina de familia aumentando la carga de trabajo en los centros de salud públicos. Así, las mutuas mejoran sus cuentas de resultados mientras la clase obrera sigue perdiendo la salud en el trabajo y se medica para completar la jornada. Las enfermedades profesionales más frecuentes se asocian a agentes físicos, como por ejemplo la fatiga e inflamación de vainas tendinosas, tejidos peritendinosos e inserciones musculares y tendinosas, así como la parálisis de los nervios debidos a la presión. Además, destacan las enfermedades causadas por inhalación de sustancias como por ejemplo el polvo de sílice, así como exposición a agentes químicos tales como los metales. Las secciones de actividad con mayores índices de incidencia de enfermedades profesionales fueron las industrias extractivas, la industria manufacturera y la construcción. Uno de los ejemplos de subregistro de enfermedades es el cáncer. De hecho, se considera que una de las principales causas de mortalidad en el ámbito laboral es el cáncer, con una cifra estimada de 100.000 fallecimientos cada año en la Unión Europea. En el Estado español, se han registrado 104 enfermedades profesionales causadas por agentes carcinógenos, de las que 75 fueron asociadas al amianto conforme al avance anuario de Estadísticas de enfermedades profesionales del 2022, lo que refleja el abismal subregistro.
Las primeras conclusiones de la encuesta sobre la exposición de las personas trabajadoras (n = 24 402 entrevistas válidas) elaborada por la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo publicadas en noviembre de 2023 son preocupantes. Entre los 24 factores de riesgo de cáncer incluidos en la encuesta, destacaban la radiación solar ultravioleta (UV), las emisiones de motores diésel, el benceno, la sílice cristalina respirable y el formaldehído, seguidos del cromo hexavalente, el plomo y sus compuestos inorgánicos y el polvo de madera. Teniendo en cuenta la frecuencia de trabajadoras expuestas a estos factores de riesgo en niveles elevados, se identificaron la sílice cristalina respirable, las emisiones de motores diésel y el polvo de madera. Es preocupante que el 47 % del total de trabajadores y trabajadoras encuestadas informasen sobre exposiciones probables a, al menos, un factor de riesgo, y un 26 % a más de un factor de riesgo. Se debe señalar que más del 60 % presentaban exposiciones múltiples en las actividades de explotación de minas y canteras y de la construcción. La exposición ultravioleta solar se distribuye de manera amplia entre la clase obrera y especialmente entre quien trabaja en el exterior, destacando el sector de la construcción, el agrícola, la conducción y el transporte. La sílice cristalina respirable causa enfermedades respiratorias de carácter severo, así como cáncer. El polvo de sílice se genera principalmente durante la extracción y el procesamiento de materias primas. Adicionalmente, el polvo de sílice se genera en operaciones de procesamiento como el corte, perforación, molienda y en productos cerámicos. Otra operación relacionada es el uso de chorro de arena de aire comprimido en diversas aplicaciones. La exposición a las emisiones de motores diésel se asocian a incrementos de riesgo de desarrollar cáncer de pulmón en sectores que utilizan una amplia variedad de vehículos, equipos pesados y maquinaria, por ejemplo, talleres de reparación de vehículos, garajes, la construcción, carretillas elevadoras, fuentes de energía fijas como compresores, generadores, así como carga y descarga en diversos sectores. El riesgo en trabajadores y trabajadoras en micro o pequeñas empresas es 1,3 veces mayor que los y las que trabajan en centros medianos o grandes. Es decir, en sectores de mayor precariedad laboral, con poca o nula actividad sindical de clase, el riesgo de enfermar es mayor.
¡¡¡La organización de la clase obrera y la actividad sindical de clase salva vidas!!!
¡¡¡La salud en el trabajo no se vende!!!
¡¡¡Organízate y lucha!!!