No es posible que después de casi 140 años del origen del primero de mayo con los crímenes de Chicago, la clase obrera siga con las mismas reivindicaciones. Hemos vivido un tiempo donde parecía que habíamos alcanzado algunas mejoras, pero se comprueba que nada nos regalan y sobre todo nada se mantiene sin la lucha sindical.
Franco murió en la cama, pero al franquismo lo enterró la clase obrera, ni el PSOE de Felipe ni el PP de Fraga, que era ministro de la gobernación cuando la policía asesinó a cinco manifestantes en Vitoria, nos trajeron la democracia. Solo en los tres primeros meses del 1976 hubo 17.721 huelgas, con muchos muertos puestos por la clase obrera.
El movimiento obrero consiguió convenios que permitieron recuperar el poder adquisitivo perdido, con subidas salariales por encima del 15%. Pero el sindicalismo, poco a poco, empezó a pactar en los despachos más que en los tajos, y eso trajo consigo estabilidad para los gobiernos pero perdidas en nuestros derechos. Cuando la clase obrera no ha luchado, la patronal nos ha quitado lo que le ganamos con las huelgas.
De este modo se ha reducido drásticamente la indemnización por despido estando hoy día en 33 días por año trabajado sin salarios de tramitación. Hoy despedir a un trabajador no es problema para las empresas.
Se han ampliado los requisitos para acceder a una pensión de jubilación reduciendo sus prestaciones. Hoy día para poder jubilarse se necesitan tener 67 años y 38 años cotizados, pero las condiciones las van modificando, favoreciendo la jubilación a los 72 años. Quieren que nos muramos trabajando mientras la juventud piensa que no tendrá nunca derecho a pensión por lo que dejan de luchar.
Los Convenios Colectivos que son la base del sindicalismo se firmán sin el control de las asambleas, y se hace por debajo en muchas ocasiones del SMI que establece el Gobierno e introduciendo Planes de Pensiones gestionados por el aparato burocrático sindical que van en contra del Sistema Público de Pensiones, poniéndolo en peligro.
Mientras tanto, vivimos una crisis generalizada del Capitalismo, donde la salida que han encontrado es la barbarie de la Guerra. Ya han comenzado con la del mercado, con el chantaje de los aranceles, que ponen en peligro la viabilidad de muchísimas empresas y puestos de trabajo, pero sobre todo son preocupantes las guerras contra los pueblos, para robarles sus recursos energéticos, de minerales y hasta el agua. Nos dicen que van a aumentar los gastos militares sin recortar los gastos sociales, como si fuese un truco de magia, como si la clase obrera fuese ilusa. A mediados de abril ya han trasvasado más de 2.800 millones de euros, y eso sólo lo pueden hacer recortando en Sanidad, en Enseñanza, en Transporte, en definitiva, en Servicios Públicos, porque los ricos pueden pagar los privados, pero el pueblo necesitamos buenos y eficaces servicios públicos. No queremos pagar ninguna guerra contra otros pueblos que no nos han hecho nada: ¡ni un euro para sus guerras!
Por eso decimos: que la única lucha sea de clases.
¡¡¡Viva el 1 de mayo!!!